El otro día os hablaba en una publicación acerca de la antigüedad y la comparaba con la experiencia. Son dos términos fáciles de reconocer pero que a veces se confunden.
Esto nos pasa con la política y la sociedad, esa gran empresa de la que somos parte, y de la responsabilidad colectiva e individual que tenemos con todo aquello que nos acontece.
Nuestra política adolece de exceso de antigüedad y de falta de #experiencia.
✍️Experiencia en el mundo real de la mayor parte de nuestros políticos.
Muchos de los que nos lideran vienen de ser líderes 🔱en un ámbito muy pequeño (un grupo de personas de su partido), que pasan a un escenario muy grande y con mucha responsabilidad. En la mayoría de los casos sin haber navegado o pilatado esta nave desde ningún otro lugar. O peor, sin saber de la responsabilidad que tienen entre manos.
Esto se puede ver en la forma en que toman decisiones🤦, siempre por #miedo a perder su estatus o como réplica a su adversario político, pasándose la bola de campo a campo constantemente.
Ahí es donde miro hacia mi lado y veo que el ciudadano de a pie, como tú o como yo, tiene mucha más capacidad para realizar cambios verdaderos; y eso me encanta.
Veo con mucha emoción todos los días a personas construyendo mano a mano fundaciones con el objetivo de ayudar a terceros, empresas que se erigen para construir productos magníficos y labrarse un prometedor futuro, o familias, donde dos o más personas colaboran para llevar pequeños/grandes proyectos de vida por adelante.
Ahí es donde está nuestro poder 🦸♀️. En crear experiencias para poder compartir o enseñar.
En la implicación, en la participación y en lo colectivo, pero sin olvidarnos nunca de lo individual.
Y es que somos lo que hacemos, no lo que decimos que haremos o que deberíamos hacer. Somos en función de cómo actuamos.
En mi último libro, Sawubona, el cual os invito a leer, tengo un capítulo titulado ‘Que gobiernen los mejores’, donde podéis encontrar más acerca de este tema.
P.D. Mil gracias a @soymiguelaguilera por su ayuda con la edición ❤️